CENA FAMILIAR

El pasado martes, para despedir a mis tíos Carlos y Curra, que regresaban a su casa en Costa Rica, los invitamos a cenar en un restaurante de Santiago al que le tenía ganas, el Restaurante Ana. Y digo que le tenía ganas porque desde que lo cogió Ana, las críticas han sido muy buenas (este año la Guía Campsa le ha otorgado un sol).




El restaurante Ana se encuentra ubicado en un edificio, antigua fábrica de curtidos. Por las fotos veis que tiene una entrada a un patio desde el que se distribuyen la cocina y los comedores (pequeños, acogedores y muy agradables) y la entrada a la pensión con encanto de San Nicolás.




Y este fue nuestro menú: tomamos de primero unos variados formados por unas gambas crujientes en pasta brik, unas golosinas de queso de tetilla y nuez (que estaban increíblemente ricas), unas croquetas de boletus y otras de jamón y queso (con un sabor inconfundibles), unas tostas de juliana de zanahoria y bacalao.



De segundos pedimos la famosa brocheta de salmón y vieira sobre arroz cremoso de marisco. Unos buenísimos tacos de salmón y vieira laminada con el justo toque de la plancha. El arroz estupendo, en su punto.




La brocheta de chipirones y vieira sobre fondo de puré de patata




Y la carrillera de ibérico estofada con manzanitas confitadas y puré de patatas (se anunciaba puré de patata y de castañas, pero nosotros, este último no lo vimos).





De postre unos canutillos de manzana rellenos de compota de manzana y sorbete de manzana asada, una mermelada de mango helada con praliné y piñones caramelizados y unos sorbetes de frambuesa y manzana.






Todo ello regado con, sin faltar nunca, mi Terras Gauda y un Rioja Campillo, cafés e infusiones.

Nos gustó el lugar, la comida estaba muy buena, bien elaborada, caliente y bien presentada. No entraré a valorar si el puré era mucho o no, o si en el postre de manzana había mucha manzana. La calidad de los productos era muy buena, el trato correcto y la cocina lo mismo. Sin duda repetiremos.